El 18 de noviembre de 1961, en víspera de la retirada definitiva de la familia Trujillo de República Dominicana, Ramfis dirigió el secuestro de 6 Héroes del 30 de Mayo que estuvieron apresados en la cárcel la Victoria.
Con la anuencia superior del entonces Presidente Joaquín Balaguer y la ejecución directa del mayor y director de La Victoria, Americo Dante Minervino, se permitió que los ajusticiadores de Trujillo, fueran trasladados a la Hacienda María, San Cristobal, en una vagoneta de la Policía Nacional. Por eso, se puede considerar a este, un crimen de Estado, el cual violó los más elementales procedimientos judiciales y los derechos humanos de los apresados.
Las víctimas de esa trama fueron Pedro Livio Cedeño, Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Huascar Tejeda, Salvador Estrella Sahdalá y Tunti Cáceres.
Algunos testigos del acontecimiento, cuentan que Ramfis junto a un grupo de amigos esperaron a las víctimas en medio de una parranda en la cual casi todos estaban borrachos.
Medalla en Bronce en culto a la personalidad del tirano Trujillo y su hijo Ramfis.
El mismo Ramfis participó en aquella orgía de alcohol, sangre y tortura,
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Medalla en Bronce en culto a la personalidad del tirano Trujillo y su hijo Ramfis. |
durante la cual fueron fusilados secuencialmente aquellos hombres que son hoy reconocidos como héroes. El primero que fue sacado de la vagoneta PN fue Pedro Livio Cedeño, amarrado fue presentado a 15 pies de la galería de la Hacienda donde tomaban tragos Ramfis y varios de sus amigos más íntimos, entre los cuales se citan a:
Luis José León Estevez ( quien fuera esposo de Angelita Trujillo)
- Gilberto Sánchez Rubirosa
- General Tunti Sánchez
- Federico Cabral Noboa
- José Alfonso.
La versión más difundida, dice que Ramfis, borracho y en la pose más inhumana, cruel, fue quien disparó contra todos aquellos hombres, a los cuales, en acto de cobardía, asesinó con las manos atadas y en situación de indefención.
El mayor Minervino planificó la trama del asesinato de los 3 policías que participaron en el secuestro de los Héroes, con la finalidad de asegurar la inpunidad de su Jefe Ramfis. A las 9 de la noche del mismo 18 de noviembre esos 3 agentes fueron asesinados por otros policías al mando de Minervino. Luego, la vagoneta fue ametrallada y chocada contra una mata de javilla.
Como siempre, la Policía Nacional dio una versión novelesca de esos sucesos. En esa historieta, se alegó que los 3 agentes fueron asesinados por los Héroes del 30 de Mayo, los cuales dieron por desaparecidos hasta la fecha de hoy, en que Aída nos obliga a evocar ese acontecimiento tan doloroso y desgarrante.
Se dice, que los cuerpos de las vctimas de la Hacienda María fueron incinerados en la Base Aerea de San Isidro. Otra versión dice que fueron lanzados al mar Caribe. Es por eso que los restos de Pedro Livio, Modesto, Tunti, Roberto, Huascar y Salvador aún no se sabe a donde fueron a parar.
En la obra A la Sombra de Mi Abuelo, lo cual no es una novela, su autora justifica tales crímenes de su padre Ramfis Trujillo y resalta en forma maliciosa las
«ternuras» de su habuelo, el tirano Rafael trujillo.
Luego, el 19 de noviembre de 1961, Ramfis y su familia partían en el yate Angelita, donde transportaron casi todas las monedas y oro que estuvieron depositadas en el Banco Central.
Foto de Ramfis en octubre de 1961
Una semana antes de ese 1961, Lita Milán, a instancia de su esposo Ramfis, había comprado una mansión en Francia por un valor aproximado de 300 mil dólares, lo cual era una inmensa cantidad de dinero en esa época. Está demás decir que eran fondos correspondientes al Estado Dominicano, adquirido mediante la prevaricación más vulgar.
Recuerde que Aída es hija de la primera esposa de Ramfis, Tantana Ricart.
2.- “A la sombra de mi abuelo”, “relato novelado”, pudo concursar como el testimonio que es, verdad y mentira, pero no como la novela que no es.
A lo largo de 331 páginas, la nieta del tirano Rafael Trujillo cuenta su vida antes y después del 19 de noviembre de 1961, cuando hermanos, esposa, hijos y colaboradores de Trujillo y Ramfis salieron al exilio.
La obra denuncia que, de todos, Aída sería la más afectada por la infuncionalidad del matrimonio de sus padres, Tantana y Ramfis, hijo a su vez de la disfuncionalidad de la unión y matrimonio de sus padres.
El tirano, hombre de familia formal, tuvo una historia real de “queridas” e “hijos naturales” y de casas montadas a unas y a otros.
Divorciado de Bienvenida Ricardo cerca de 1930, con el pretexto de que ésta no podía tener hijos, después y fuera de matrimonio tuvo con ella a Odette.
Su amante más escandalosa, Lina Lovatón, con quien procreó a Rafael Leonidas y a Yolanda. Vivieron siempre en Miami. Los deportó la tercera y última esposa, María Martínez.
En 1931, antes de casar con María, le nació Ramfis, hijo adulterino en su matrimonio con Bienvenida. Pero lo “legitimó” por divorcio de la segunda y matrimonio con la primera.
Ramfis, heredero del trono, coronel a los cuatro años y general a los ocho, creció en un ambiente de consentimiento que lo convertiría en un ser sin criterio ni meta racional pero hábil usufructuario de la extraordinaria fortuna del padre.
Con su camarilla, sería de los primeros criollos en consumir drogas –morfina- que le “despachaban” en el hospital militar Brioso Bustillos, de San Isidro.
No tenía amigos sino sirvientes y a ellos, a raíz de las expediciones antitrujillistas de 1959 y del ajusticiamiento de 1961, los llevó a participar junto a él en el asesinato de los expedicionarios y de los ajusticiadores. A cinco de éstos, amarrados también, los ametrallaron en la Hacienda María el 18 de noviembre.
“A la sombra de mi abuelo” puede ser la confesión de culpa indirecta o de toma de conciencia de la segunda nieta del tirano, lo que le tomaría cerca de cincuenta años de una vida variopinta de matrimonios, uniones, “ruinas” y cuatro hijos.
Educada en la tradición machista que esclaviza a la mujer desde ella misma, ahijada del dictador español Francisco Franco, formada en colegios de monjas católicas inquisidoras y la única en disentir del trujillismo familiar de herencia entre sus hermanos y primos-hermanos, Aída apelaría a la catarsis de su “relato novelado” para tratar, al fin, de poner su pensamiento y sus sentimientos en orden.