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Fray Cipriano de Utrera.
jueves, 4 de marzo de 2021
Fray Cipriano de Utrera. Sacerdote católico e historiador hispano-dominicano.
Nació como Manuel Higinio del Sagrado Corazón de Jesús Arjona y Canete en Utrera , Sevilla el 10 de enero de 1886 .
Se trasladó a la República Dominicana el 6 de octubre del 1910, con la encomienda de dirigir una misión religiosa. En el país se dedicó a la enseñanza e investigación histórica y fue párroco de San Pedro de Macorís, Azua y Yamasá.
En 1912 recibio el titulo de Licenciado en Filosofia y Letras en el antiguo Seminario Conciliar de Santo Tomas de Aquino.
Como hispanista dedicó casi toda su vida al estudio de la colonia de Santo Domingo.
De pluma fácil y dotado de gran erudición y sentido crítico, escribió y publicó centenares de artículos, y también folletos y libros, acumulando numerosas fichas y documentos que copió del Archivo de Indias de Sevilla.
En esta institución trabajó en diversas ocasiones como director de Investigaciones Históricas del Gobierno dominicano, quien le otorgó la ciudadanía privilegiada y lo condecoró, en el grado de comendador, con la orden heráldica de Cristóbal Colón. También el Gobierno español lo distinguió con la encomienda de la orden de Isabel la Católica.
Miembro de la Academia
Fray Cipriano de Utrera fue miembro de número de la Academia Dominicana de Historia y correspondiente de las española, venezolana, colombiana, cubana y nicaragüense, así como de la Academy of American Franciscan History.
Los institutos genealógicos de Brasil, Cuba y Costa Rica lo nombraron individuo de número.
El 4 de octubre de 1952 se le concedió por el decreto numero 8571 la investidura de la nacionalidad dominicana a titulo de naturalización privilegiada.
Perteneció a la Academia Dominicana de la Historia y de las Reales Academias de la Historia de Madrid, Venezuela, Colombia, Cuba, Nicaragua, Antioquena de de Medellín y de The Academy of American Francisca History, de Washington.
Fue jefe de la Misión Dominicana de Investigaciones Históricas en los archivos de España.
El asma que padecía era tan fuerte que le costaba un gran esfuerzo subir escaleras, aún así acudía diariamente al Archivo de Indias. Además, pasaba largas horas escribiendo en su celda.
La muerte lo sorprendió en esa tarea en el convento de su orden de la ciudad andaluza de Antequera el 23 de enero de 1958. El Gobierno dominicano dispuso que sus restos fuesen inhumados en el Panteón de la Patria.