Al terminar la guerra de restauración, en 1865, hace ahora 142 años, Trujillo Monagas viajó a Cuba donde llegó a ocupar la jefatura de la Policía de La Habana . Durante el período de la anexión conoció a la señora Silveria Valdez, una mulata que tenía una casa de huéspedes en San Cristóbal.
Trujillo Monagas prestaba servicios en Baní y cuando tenía que ir a San Cristóbal se hospedaba en la vivienda de la Valdez, que alternaba las actividades comerciales con la política. Vinculados ya sentimental y políticamente la pareja tuvo un hijo al que llamaron José Trujillo Valdez, alias Pepito.
La unión se disolvió en el año 1865 cuando las tropas españolas abandonaron el país como resultado del triunfo de los restauradores, y Silveria no se amilanó y se dedicó a criar a su hijo, sin descuidar las actividades políticas durante el gobierno de Buenaventura Báez, bajo cuyo manto organizó algunos crímenes de patriotas que luchaban contra el gobierno de turno. Además se convirtió en una mujer que inspiraba el terror en San Cristóbal.
El padre de Rafael Leonidas Trujillo, José Trujillo Valdez nació el 25 de julio de 1864 en Bani y no pudo conocer a su padre, quien un año después tuvo que marchar a Cuba. Durante su infancia fue llamado Pepito, pero ya adulto se le conoció como Don Pepe. Nunca se interesó por la política, como sus padres, aunque fue un defensor del dictador Ulises Hereaux. El comercio fue la actividad a la que se dedicó con énfasis, y gustaba de la parranda alcohólica, razón por la que tuvo frecuentes altercados con su cónyuge.
Don José tenía antecedentes delictivos, como se aprecia en la Gaceta Oficial del 18 de diciembre de 1899, en la parte correspondiente al Poder Judicial, línea #31. Aquí figura José Trujillo Valdez procesado por homicidio cometido en 1898.
Los abuelos
Por la rama materna, el abuelo del dictador fue Pedro Molina, y la abuela Luisa Ercina Chavalier, hija de haitianos. Pedro fue un campesino de no muchos medios económicos, pero contó con un sólida reputación de seriedad, mientras que su esposa Erciná fue una mujer arrogante, hija de la haitiana Dieta Chavalier, quien llegó a Santo Domingo en los días de la ocupación haitiana con un esposo, un teniente del Ejercito, y otro oficial haitiano llamado Turene Carrie.
La unión matrimonial de Pedro Molina y Luisa Erciná trajo al mundo el nacimiento de Altagracia Julia, quien fuera la "excelsa matrona del pueblo dominicano"
La unión Trujillo-Molina
El 29 de septiembre de 1887 se produjo el matrimonio de José Trujillo Valdez y Altagracia Julia Molina, hija de un dominicano y de una haitiana, aunque nacida y criada en territorio dominicano. A don Pepe no le importó que Erciná fuera hija de una haitiana, ya que al parecer lo que busco en ella fue su físico y la recia formación que tuvo, puesto que su madre fue una educadora que gozaba de aprecio en toda la comunidad.
La boda tuvo lugar en San Cristóbal y poco después los cónyuges fueron a vivir a la casa de la madre de Altagracia Julia . La vivienda, propiedad de Ercina Chavalier, ubicada en la calle Constitución, era de madera con techo de zinc, pintada de rojo y tenia ocho habitaciones, de las cuales seis se utilizaban como dormitorios.
El matrimonio tuvo once hijos: Flerida Marina, Virgilio, Rafael Leonidas (Chapita), Rosa Maria Julieta, José Arismendi (Petan), Amable Romeo (Pipi), Aníbal Julio, Nieves Luisa, Pedro Vitelio, Ofelia Japonesa y Héctor Bienvenido (Negro).